Cuando
se me presentó la propuesta de ir en las listas sopesé los pros y los contras.
En mi entorno los comentarios tendían a hacerme ver lo que ello conlleva, por lo que las dudas fueron inmensas.
Por
una parte no tengo experiencia en política municipal, pero creo que todo se
aprende si se tienen ganas, por otro lado creo que es una responsabilidad de
todas y cada una de las personas que estamos en la sociedad. Es muy fácil
hablar desde afuera, es fácil criticar el trabajo de otras personas, pero creo
que también es muy fácil quedarse fuera y dejar que sean otras las que lo hagan
por ti. En mi vida siempre he apoyado la participación en cualquier ámbito.
Personalmente me ha aportado un montón de aprendizajes y guardo muy buenos
recuerdos.
Mi formación
académica y mi experiencia laboral están relacionadas con la investigación
social, con el diagnóstico de problemas
y necesidades sociales. Es decir, lo relacionado con las personas.
En mi
vida personal realizo actividades en el ámbito cultural y social. Trabajo como
voluntaria en el ámbito de la cooperación al desarrollo, en concreto en la
defensa de los lucha del pueblo saharaui, una causa en la que me comprometí
desde que conocí a los niños y niñas que vinieron de “vacaciones en paz” a
Aibar en el verano de 1996.
Creo
que esta actividad también hace de mi una persona política, porque creo que en
lo social es necesario tomar partido y yo he tomado partido, con mi compromiso
hacia las poblaciones que viven en la pobreza, en el olvido y que buscan altavoces
a través de las ONGDs, con el objetivo de que se visualice a los más
desfavorecidos en esta sociedad y en el mundo y así puedan alcanzar la justicia
social.
El
objetivo en esta apuesta es compartir, trabajar, disfrutar de los logros,
aprender de los demás y de los errores. Apuesto porqué Aibar siga siendo lo que
es, un pueblo referencia por la actividad cultural que hay, la participación,
el compromiso y eso es gracias a las personas que hacen lo que pueden y saben,
trabajan y se esfuerzan para que tengamos el pueblo que tenemos, del cual, yo
siempre, me he sentido y me siento orgullosa.

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