Últimamente me lo han planteado muchas personas cercanas al conocer la noticia de que me mudaría a vivir a Aibar. Sí, a un pueblo localizado en la merindad de Sangüesa con una población de ochocientos habitantes. ¿Locura?
He de confesar que hace tiempo no encontraba esta paz mental. Algunas personas pensarán que, al ser un pueblo con poca población, una puede encontrarse sola y aburrida. Permíteme que te demuestre lo equivocados que están. Siempre hay alguien entre las calles, dando los buenos días, en las terrazas de los bares, en las sendas que llevan a las rutas verdes de alrededor. La acogida a este pueblo ha sido algo envidiable. La vida aquí es más sencilla, más natural. Adoro tener la posibilidad de irme a desconectar al entorno natural del cual presume Aibar. Una de mis mayores preocupaciones a la hora de plantearme vivir aquí, fue respecto al ámbito laboral. ¿Una mujer joven podría optar a tener un buen trabajo? Parece que la mayoría tiene la obligación de hacer su carrera profesional en grandes ciudades. La merindad de Sangüesa presume de tener una industria desarrollada la cual fomenta la inserción laboral tanto de mujeres como de hombres de la zona. En esa ocasión, fue rápido y sencillo. Desde pequeña me he decantado más por esta vida, a pesar de que parezca que es la contraria a la que las nuevas generaciones deben seguir. Bajo mi punto de vista, hay que guiarse por lo que cada uno sienta.
Yo sé, con certeza, que soy más feliz viviendo así, de manera sencilla y tranquila.
¿Locura? Yo lo llamo felicidad.
Amaia San Martín Chaler
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